El arpegio de su tacto
me vestía de contacto
con ropajes de censura
hilvanados con la luna.
Cubiertos en cuerpo entero
fatigamos el desvelo
que caía sobre los cuerpos
extasiados y sedientos.
Empapados los ropajes
descrubimos nuestra carne
que escuria y evaporaba
a la luna consumada.
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